miércoles, 13 de abril de 2011

Reflexiones de un indeciso que pretende cambiar el mundo


¿Qué tiene de bueno y qué de malo la indecisión?
Decidir algo significa dicernir o elegir una de determinadas opciones en una situación. Saber decidir que es mejor entre varias posibilidades, quedandose, generalmente, con una decisión única que descarta las demás.
Pero que pasa cuando uno es demasiado abierto y tolerante como para elegir solo una opción y defenderla a muerte, si no quiere elegir solo una única postura. ¿Se le podría llamar indecisa a una persona que eligue todas las opciones, que recata lo bueno de cada idea y plantea su propio camino, que no decide limitarse a un solo entendimiento y va por la aceptación de todo?
En las últimas semanas, y actualmente, estoy en un período hermoso de transición en mi vida. Paso a decidir mi camino que, de ahora en más, construiré y veré crecer hasta el fin de mis días. Estoy dando mis primeros pasos en el mundo y reconocerlo es la primera tarea para comenzar un largo trayecto. Y eso implica analizarlo y hechar un vistazo a lo que será mi punto de partida y mi medio sobre el cual viviré mi vida.
Pero mi decisión no es particular, no es determinante a quien seré totalmente, pero si me marcará. Y yo cada día me abro más al cambio y a la objetiva visión de todos los puntos de vista, ideologías, ciencias, filosofías que se plantearon y se siguen formulando.
Todas me parecen maravillosamente pensadas, y en general, percivo un caracter definitivo de sueños y esperanza en aquellas personas que dedicaron su vida a sus ideas.
Escucho con atención a los que argumentan y a los que refutan, a los que apoyan y a los que rechazan, a los que dicen las verdades más ciertas y a los que emiten las mentiras más groseras. Todos merecen ser escuchados sin el preconcepto de calificar su discurso previamente a ser pronunciado.
Hay que ser tolerante y no quedarse cerrado en una sola visión. Debemos abrir la mente y veremos la realidad como en verdad es.

Vale aclarar algo importante, el mundo en que habitamos es el que percibimos, cada uno vé la realidad de una forma particular. Por eso, cambiar nuestra forma de ver el mundo es ampliar la realidad que percibimos y por ende es, también, cambiar el mundo.

1 comentario:

  1. A fin de cuentas creo que somos lo que pensamos, así que más vale pensar bonito...y si viene lo feo que venga.
    Saludos

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