sábado, 11 de junio de 2011

Cuando el mundo aplasta los sueños de un joven

"Que lindo aquellos tiempos- dice un señor- en los que pensabamos que todo tenía solución, aún creíamos en el mundo perfecto y nuestra mente se dejaba llevar por los sueños, inalcansables sueños de lo imposible y puramente ideal. Luego uno crece y la realidad te baja de la nube"
A qué se debe esta falta repentina de esperanza y desaliento, qué sucede cuando uno crece y va perdiendo los sueños, conformandose paulativamente con lo establecido. ¿Qué tienen los mayores qué no tienen los jovenes? Será familia o experiencia. O quizá la sociedad lo terminó de convencer de que es imposible un cambio. Porque es mucho más facil aferrarse a las cosas que uno tiene, encerrarse en su propio e inaccesible mundo en el cual la felicidad es la constante busqueda de bienes inalcansables y la confortable inercia de dejarse llevar por la marea.
O será que los jovenes tenemos algo que los más ancianos no. Podría ser el rechazo a las costumbres y a los dogmas lo que impulsa, o por lo menos no los retiene, a pensar en un cambio. También las ganas de forjar una vida útil para la sociedad, porque la esperanza sigue viva y todo es posible.
Pero creer en otras posibilidades del desarrollo social no es un acto inmaduro, al contrario. Alguien que tiene la capacidad de elaborar en su mente otra posible realidad también es capaz de mejorar empíricamente la actual. Porque quien no tiene sueños no puede decirnos qué pasará mañana y sobre todo, qué debemos hacer para mejorar.

Toda sociedad es perfectible, todo grupo humano necesita cambios de los metodos defectuosos. Porque la igualdad es una razón tanto natural, ética y socialmente necesaria.

Espero no perder las esperanzas, no dejar de soñar, "no madurar" mi imaginario idealista, no arrepentirme de pensar distinto, no caer en el común del pensamiento masificado y mediaticamente manipulado, y sobre todas las cosas, seguir siendo yo mismo.

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