lunes, 26 de diciembre de 2011

La indignación como causa del cambio


Uno puede andar por la vida sin ver más allá de lo que posee, sin sentir la necesidad de tener más cosas y alcanzando cierta felicidad con su posición, es una postura que supera al consumismo porque por lo menos no acata las ordenes de un sistema económico mundial, simplemente se conforma con lo que tiene, familia y un sueldo digno. Así vive mucha gente de la clase media, sin preocupaciones externas, sin informarse sobre el panorama internacional y apenas teniendo una idea u opinión de la situación nacional. Es en parte culpa de los medios que desinforman y de los gobiernos que manipulan, pero también es culpa de cada persona.

Todos tenemos una capacidad de disentir, podemos ver desde la moral lo malo de una sociedad. Pero para ello debemos deshacernos de algunos de los prejuicios que desde niños nos impusieron nuestros padres, profesores, amigos y medios de comunicación. Debemos revaluar nuestra forma de pensar, ir a las bases y ser tolerantes, ver, leer y escuchar para finalmente decidir. Por naturaleza de especie el ser humano es colectivista, el individualismo comienza al concretarse la sociedad en un sistema capitalista.

Para llegar a entender que se necesitan cambios en el mundo hay distintos caminos, y cada persona determina en qué profundidad debe darse el cambio. Algunos se dan cuenta porque sufren el hambre, otros sufren cierta explotación directa, otros estudian la historia y lo develan, otros lo escuchan, otros los ven por primera vez y lo entienden, y otros ven injusticias por mucho tiempo y se cansan.
Lo que mueve la balanza en la actualidad es la clase media. En ella esta la decisión final, la concientización y la movilización, darse cuenta de que las cosas pueden cambiar si nos unimos.

La indignación nace de la visión cruda de los hechos, de ver al mundo nuevamente pero con los ojos limpios, de darse cuenta que el hambre es causa de los que mandan, y que los que obedecemos somos el 99%, si estamos en un sistema democrático por qué no tomamos nosotros las decisiones, por qué este mundo está mal, necesita un cambio. De ahí que la indignación sea el primer paso, y el más importante, para cambiar el mundo, porque es darse cuenta de que hay que cambiarlo. La movilización es el segundo paso que debemos hacer, junto con la agrupación y organización, debemos plantear lo que no sirve en la sociedad para pensar en una sociedad más justa, e igualitaria. Debemos llevar la bandera de la paz a todos los rincones del planeta y demostrar por fín que todos los humanos somos iguales sin importar origen, sexo, dinero, poder, ideas, etc. todos debemos tener las mismas posibilidades y derechos asegurados.

El movimiento 15-M de los "indignados" es un buen comienzo para el reclamo de cambios, pero para dejar de ser una simple piedra en el zapato de los poderosos y pasar a ser algo en serio no solo debe criticar ciertas políticas locales, sino que debe animarse a aspirar a un cambio profundo en las bases de la política aprovechando la prensa que tiene y la cantidad de adeptos en el mundo, debe consolidarse como movimiento político social y sobre todo mirar hacia los sectores bajos, no deben olvidar que para llegar hasta arriba hay que empezar por lo bajo. 


Se respira el cambio, la revolución está cerca, ya se siente un mundo mejor en los corazones de los soñadores.